Mi corazón está hecho así,
de algo que ni yo comprendo...
De pronto, me golpea desde adentro
y me dice: “Ella está aquí, ¡aquí!
Mira que sufro si tú la dejas ir.
No te enamores amigo, de momento,
pues, tu verdadero sentimiento,
no contendría yo, y sería infeliz.”
Y me deja reflexivo su honda voz:
Si requiriese mi pena su transplante,
ese aciago día, Dios no lo mande,
creo firmemente estoico amor,
que ese otro solidario corazón,
te contendría a ti, cual reemplazante
de éste, mi pobre corazón agonizante,
que sin saberlo, padece de tu adiós.
Bien. De aquí en más he de escucharle,
y mentirle también, que pronto vuelves.
Y quererte, quererte, quererte;
que de tan sentido, no debe alterarse.
Y aunque quizá, si vuelves, él se sane;
no lo hagas. ¡Yo quiero que escarmiente!
¡Que a pura desazón se torne fuerte,
y rudo afronte mis arteros avatares!